Las Cruces. 
Desde El Vaticano al Quirinal

Desde muy antiguo, el hombre buscó lugares que le sanaran el cuerpo y el alma. Los romanos encontraron un espacio de bienestar en las termas, lugares que también privilegiaron nuestros antepasados precolombinos (La Leonera, Panimávida, Mamiña).

A mediados del siglo XVIII, los ingleses descubren las bondades del “aire marino” como fuente de buena salud, desplazándose una parte de las personas que buscaban lugares de reposo desde las termas a nuevos lugares; a los emergentes balnearios marítimos.

Durante el siglo XIX, los frecuentes viajes Europa de la clase dominante chilena, les permitió conocer y disfrutar del concepto de balneario que se desarrollaba en lugares como Amalfi, San Sebastián, Montecarlo o Ville Trouville. De ese conocimiento y vivencia, se empieza a configurar en nuestro país en la segunda mitad del siglo, una serie de lugares destinados al reposo, solaz y diversión, diferentes a los habituales lugares de Chile destinados al descanso, los que siguiendo nuestra tradición rural, estaban ubicados de modo preferente en los valles centrales y por consiguiente, alejados de la costa.

Siguiendo el modelo europeo, en la segunda mitad del XIX, se empieza a configurar nuestra vecina Cartagena y, junto con el inicio del XX, se empieza a perfilar el balneario de Las Cruces, Playa Blanca.

Para ilustrar lo expuesto, cito el diario La Voz de Cartagena del 15 de febrero de 1914, el que publicaba lo siguiente:

“Las Cruces, linda población que se ha formado al término de la Playa Grande en montículos que se levantan alrededor de un semicírculo de blanquísima arena, defendida por rocas de formas caprichosas i donde se llega por una línea de carritos tirados por caballos”.

La primera “casa de veraneo” de la que se tiene referencia en Las Cruces, es la que por años recibió la denominación de El Palacio (Lincoln 101), propiedad del Sr. Santos Pérez Eastman, residencia con captación propia de agua y alumbrado de gas acetileno. La propiedad fue posteriormente adquirida en 1908 por el senador del Partido Conservador don Alfredo Barros Errázuriz. Sus herederos donan “El Palacio” a la Congregación de las Hermanas del Sagrado Corazón de Jesús en el año 1953.

En el sector norte de Las Cruces, a principios del Siglo XX (como se puede desprender del estudio de fotos de época), se empieza a configurar un barrio naturalmente separado del sector sur por la “Playa Blanca” (Playa Chica). En este sector, se encontraban importantes casas y dos hoteles: se pueden citar las propiedades de don Amadeo Gundelach, Julio Bordeau, Rodolfo Marín y Osvaldo Marín. Entre lo hoteles del sector norte, se pueden citar el Hotel Playa Blanca y el Hotel Miramar.

En el sector sur de Las Cruces, en la misma época se podían encontrar importantes propiedades como la de de don Amadeo Gundelach (hotel) y las de don Víctor Penjean y de don Baldomero Palma. Junto a la playa, en el mismo sector, se encontraba el Hotel Bellavista.

Vaticano y Quirinal

Don Pedro Errázuriz, cronista mayor de Las Cruces, señala lo siguiente: “Alrededor del año 25 (1925) estos barrios (norte y sur de Las Cruces) comenzaron a ser llamados por los veraneantes, Vaticano el del nor-poniente y Quirinal el del sur-poniente. En el primero había varias capillas con sus respectivas Misas, y naturalmente el día comenzaba más temprano. El baño era en la playa de Los Pescadores o en Las Salinas, es decir en las playas del norte. En las tardes, se hacían paseos o reuniones en los que se formaban coros muy alegres, pero todo hasta la hora del Rosario, con el que terminaban todas las actividades”.

“En el Quirinal, la vida comenzaba más tarde, con el baño en la Playa Grande y en la tarde se paseaba y bailaba hasta la hora de comer” (Errázuriz) .

La nomenclatura de Vaticano, fue adquirida por las características de sus vecinos; por una parte una clara predominancia de una mirada conservadora y religiosa por parte de sus propietarios y, probablemente ligada al perfil de sus habitantes, una progresiva presencia de varias órdenes religiosas que llegaban al sector norte como veraneantes o como participantes de jornadas de reflexión.

La iconografía de principios del siglo XX, muestra que el sector norte, El Vaticano, tuvo un desarrollo mayor y más temprano que el sur, siendo impactado marginalmente por el Proyecto Inmobiliario de Josué Smith Solar “Playa Blanca (Las Cruces de Cartagena)” que en el año 1915 proyectó “Un balneario moderno, de primera clase, para personas de buen gusto”.

De la maqueta del proyecto original, sobreviven los nombres de calles como Lincoln (la principal del Vaticano), Argentina, Bolivia y Uruguay.

En el sector sur, se configuró el barrio denominado Quirinal, nombre que evoca una de las colinas que configura la ciudad de Roma. El Quirinal estaba naturalmente diseñado por la línea de la costa (actual Avenida La Playa), y sus construcciones disfrutaron (disfrutan) de una espectacular vista a la Playa Grande (Playas Blancas) pudiendo la mirada abarcar hasta la vecina Cartagena. 

A las grandes casas del Quirinal, hay que unir la presencia del Hotel de don Amadeo Gundelach (recinto Fonasa), el Hotel Bellavista, y la presencia de la “punta de rieles” del ferrocarril de Cartagena a Playa Blanca (Las Cruces).

3 thoughts on “Las Cruces. Su Pequeña Historia.

  1. Gracias por entregar al mundo tan especial balneario ,lleno de encantos y gente hermosa.Mis Cruces amada, volveré a caminar por tus playas,roquerios y bosques.

  2. Favor relatar de donde vienen el nombre “Las Cruces” del balneario, yo se que tiene una buena historia ya que asistí años atras a la casa de la cultura cuan Ud. expuso de la historia y el patrimonio de el mismo.

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